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21.Ene.2011 / 08:00 am / Haga un comentario

Grano de mostaza

Aunque la agenda mediática global minimice el impacto de la crisis del capitalismo actual, es evidente que no podemos ocultar el resquebrajamiento de estructuras, el terremoto económico y la necesidad material de la vida de adaptarse a las nuevas realidades. El tema del desempleo y la carencia de viviendas dignas para las familias y nuevas parejas, no sólo son argumentos de indicadores económicos. Como en toda auténtica historia, la veremos como un drama que incluye muchas tragedias personales, corporativas y nacionales. Toda la lucha interior, personal, espiritual, social y cultural de una cantidad innumerable de gente está implicada en los conflictos de este proceso de deterioro civilizatorio. Muchos estaremos arrastrados instintivamente ante la incertidumbre; otros en parte, pondrán todos los esfuerzos intelectuales, prácticos e institucionales por buscar respuestas ante el acoso y las demandas colectivas. No somos aves marinas hambrientas, que vuelan descontroladamente cuando los barcos se alejan botando sus brozas de pesca. Hay que elevarnos como Juan Salvador Gaviota.

Estamos, por tanto, ante un momentum que ha querido ser la marca de distinción inicial del estilo de vida de este siglo XXI, que apenas comienza; y concretamente de muchos de los quienes hoy creemos en la señal que indica la novedad introducida por el socialismo cristiano y bolivariano en la historia política venezolana. El aspecto a aclarar es el siguiente: ¿cuándo llegará a la conciencia, o mejor dicho, a la práctica subjetiva cotidiana: revisar nuestros valores personales y grupales y de creencias? La actual condición de subsistencia, en la cual consumimos todo como productos del mercado, que ve solamente al ciudadano estrechamente relacionado con las realidades mundanas, sociales y políticas, y muy poco con su espiritualidad y su vida interior, se ha ido agotando. Que no únicamente de pan vivimos, sino, como en todo proceso humano, de éxitos y fracasos, iremos descubriendo la necesidad espiritual de estar ahí donde se vea forjando la sociedad y el ser humano del mañana. Construyamos juntos como pueblo y hablemos sobre una historia nuestra, tan pegada todavía a la piel de nuestra existencia, que corramos el riesgo de darnos cuenta de la posibilidad de invento, y de insistir tanto en su naturalidad, que seamos sensibles a los que nos gritan acerca de poder errar y parar.

Un dato tan central de la fe cristiana es que desde la entrada de Jesús en la historia humana, no hay realidad alguna que quede fuera de Él. El señor ama al mundo y no sólo a la Iglesia y a los cristianos. Jesucristo está implicado con toda la realidad sea personal, histórica o natural. De ahí que su presencia sea una tienda plantada en medio de la mundanidad y el lugar de culto sea en «espíritu y en verdad» (Jn 4, 24). Jesús camino y sigue caminando al lado de los pobres, los pecadores y miserables. Ninguno de nosotros puede, ni ayer ni ahora, lanzar la primera piedra. Estas son verdades graníticas de la fe cristiana, pero que tienen que ser redescubiertas y vividas a la altura de cada momento histórico. Esto es lo que acontece, tras experimentar el declive de una cultura cristiana burguesa y la existencia real de movimientos sociales y políticos que traspasaron el umbral de esta decadente realidad reinante.

¡Viva La revolución socialista, cristiana y bolivariana!

¡Viva el socialismo en este siglo XXI!

¡Viva Jesucristo vivo y redentor de los pueblos!

William Fariñas

 

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