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16.Nov.2012 / 06:57 pm / Haga un comentario

El Capitalismo es implacable y cobarde. Es riguroso y calculador en todo momento, tanto cuando actúa para chupar la sabia de la economía de las naciones y los pueblos, como huidizo y aprensivo para retirarse ante cualquier atisbo de desplome inminente. Lo hace despiadadamente advertido, creando y desarrollando infraestructuras, tecnologías y sistemas capaces de generar las garantías del retorno con creces del capital. Igualmente es inclemente e insensible al observar y deducir la inclinación en declive de un mercado para retirar de inmediato sus inversiones. El caso europeo lo hemos y estamos viviendo. Muy pocos podrán negar, que en alguna manera se sintieron maravillados con el esfuerzo por la creación de la Comunidad Económica Europea La CEE y su expansión continua y equilibrada. Es digno reconocer la estabilidad creciente y la elevación acelerada de la calidad de vida en esos países. Los casos emblemáticos de Portugal, España e Italia que llegaron después de la postguerra, con muestras de pobreza y deficiencia en sus aparatos industriales; impávidos con su población quienes emigraron en masa a América como destinos de sus vidas, también ellos lograron allá en su suelo natal el sueño europeo. Fuimos testigos que la política comercial con la supresión aduanera derribaron los obstáculos a la libre circulación de bienes, servicios y capitales; especialmente el gozo de las personas connacionales con sus pasaportes euro comunes. El mercado común europeo fue panacea y referencia obligada de la supuesta armonía de las prácticas capitalista y el fin último de la civilización. El avance más notable ha sido el uso de una moneda estándar, El Euro que alegóricamente supero la fortaleza del alicaído dólar. Recordamos al avión supersónico Concorde utilizado como transporte de pasajeros entre los principales aeropuertos del mundo, inclusive nuestro Simón Bolívar en Maiquetía como único destino para Suramérica. Recorrió el planeta entero desde el Charles de Gaulle en París y el Heathrow en Londres, aterrizando con su hermosa nariz respingada en distintos y exóticos lugares. El Concorde con La Unión Europea, fue un icono de la aviación comercial y contexto obligado de lo que se tenía que hacerse en materia de alianzas estratégicas económicas. La BAC británica y la Aérospatiales francesa fueron evidencia del avance con que marchaban las naciones europeas occidentales. Fue una era, no podemos negarlo; no obstante las fallas y cambios en la tecnología, con las demandas de estos tiempos de la inconmensurable rentabilidad capitalista, más tarde a raíz del trágico accidente del Concorde en Paris el 26 de noviembre de 2003, lamentablemente cerraron la propuesta supersónica. Hoy 9 años después estamos viviendo el derrumbe de esos esfuerzos ante el postulado neoliberal que no dudara en enterrar esos sueños de esas naciones simplemente porque ya no es rentable el trabajo y la inversión en la Europa occidental. Existen suficientes indicios contables e índices bursátiles que a todas luces indican que la admirada economía europea se está derrumbando con sus sueños de unidad. Descaradamente los cobardes capitalistas están abandonando el barco como lo hacen las ratas cuando es inminente el hundimiento. Desde la patria bolivariana observamos. Viviremos y Venceremos.

 

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