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14.Dic.2012 / 06:06 pm / Haga un comentario

Desde el estallido del caracazo en 1989, la nación venezolana ha venido necesariamente encausando la confrontación inevitable y conviniendo socialmente lo reconciliable. Pocos negaran la necesaria transición que demandaba el pueblo venezolano ante el agotamiento gubernamental del puntofijismo como referente político; en la misma magnitud el rechazo generalizado del modelo de democracia representativa de ese entonces y puntualmente las repercusiones explosivas ante las formulas económicas neoliberales impuestas por el paquetazo del FMI en desmejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Comparativamente, tal era el desmoramiento ético de la doctrina y pensamiento bolivariano en nuestra fuerza armada, que los altos mandos junto al comandante en jefe ordenaron someter por las armas a la población humilde y desamparada de los barrios de las grandes ciudades del país, provocando miles de muertes innecesarias. De allí de esa tormenta provino el Huracán Bolivariano del 4 de febrero y la figura paradigmática del Comandante Chávez con su prodigioso verbo encendido. El pueblo en su inmensa sabiduría interpreto y acepto los planteamientos socialistas del militar patriota, haciéndole democrática y mayoritariamente su presidente en varias ocasiones. La generación de conductas hostiles, defensivas y resistentes de las elites políticas y económicas no ha dejado de cesar ni se ha hecho esperar; provocando golpes, guarimbas y sabotajes durante esta última década. Es cierto que se avizora una nueva vicisitud en la realidad política y en absoluto debe interpretarse como algo perverso e irreconciliable. Si bien es cierto que la transición es potencialmente una fuente de conflictos, la experiencia societal por el contrario nos indica que una vez superada la crisis, se movilizan procesos actitudinales y recursos conductuales, cognitivos y emocionales para producir mejores respuestas a la convivencia social. No dejemos que una minoría lacaya, mediática y crematística que representa los interese mas bastardos de la política provoque atajos ociosos que el pueblo unido le saldrá al paso. Si por el contrario la burguesía y plutocracia criolla se apresta a desconocer, boicotear o promover y encubrir situaciones potencialmente agresivas contra el pueblo bolivariano, tengan la seguridad que la fuerza de la revolución no tendrá contemplación para sofocar cualquier desconocimiento a su voluntad soberana. Ante esta realidad potencialmente convulsionada, la revolución bolivariana ha hecho y hace un esfuerzo principista por la inclusión social, afectiva y moral de todos los que habitamos esta patria de Bolívar; El mismo Presidente Chávez como militante de la vida es un ser de reconciliación y amor, y tiene la suficiente moral y firmeza para decidir con el pueblo sobre los destinos de la nación. Ha sido un gran desafío humano conciliar lo reconciliable y confrontar lo inevitable, y la revolución bolivariana está preparada para continuar en ello. Viviremos y Venceremos.

 

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