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26.Abr.2013 / 06:30 pm / Haga un comentario

Las continúas manifestaciones de lucha y batalla en la Asamblea Nacional es la expresión más viva y dinámica confrontación, del poder en la Venezuela del siglo XXI. El pueblo sencillo, heroico y patriota lo ha vivido por centurias; los primigenios ancestrales indígenas se batieron asimétricamente contra el avasallante e inmisericorde conquistador. La estirpe sagrada del himno patrio recoge la bravura del pueblo que el yugo lanzó. El Libertador lo sintió e interpretó muy bien en su temple de guerrero y capitán de la historia; su Ejército Patriota estaba integrado en corazón, fuerza y mente por miles de ese linaje eminentemente popular que sigue queriendo libertad, justicia e igualdad. Los venezolanos somos un pueblo glorioso y amante de la paz, y nadie duda que nuestra emancipación y sentido del honor es producto del sacrificio popular en cruentos combates y resoluciones heroicas durante toda la historia. En 1999 ejercimos nuestros poderes creadores para refundar nuestra república, tomando como base fundamental el ejemplo de nuestros antepasados y padres precursores y forjadores de una patria libre y soberana. La oligarquía y burguesía criolla con sus lacayos, siempre han sido apátridas, eso lo sabemos muy bien. Inteligentemente en el pasado, estas clases y sus lacayos constituyeron congresos y gobiernos, vetando al pueblo heroico de mil batallas; supieron traicionar los ideales de independencia por su acomodaticios, bastardos y groseros intereses. Basta verlos, leerlos y escucharlos en los medios impertinentes que poseen; donde expresan su ufanía y arrogancia para darnos cuenta de sus manipulaciones, fanfarronería y desprecio fascista que tienen por la voluntad popular y la gente pobre y de calle; en ellos se capta la petulancia, altivez y presuntuosidad de una cultura consumista que continuamente pregonan. Algunos de esa gente insolente, hace vida democrática en la soberana Asamblea Nacional de La República Bolivariana de Venezuela, porque no tiene más remedio y tienen que aceptar el imperio de la mayoría patriota y popular de los diputados revolucionarios. En ese crisol del pensamiento político de La Asamblea Nacional, somos gente sencilla, trabajadora, campesina, artesana, pescadores, soldados, de pueblo llano y humilde; de barriadas, cañadas, riveras, montañas, playas, ríos y selva que en mayoría revolucionaria constituimos la AN. Con mucha paciencia y tolerancia hemos escuchado los atrevimientos altisonantes de irrespeto al pueblo y a nuestro Presidente constitucional Nicolás Maduro Moros. Tengan la certeza que tendrán su merecido en todos los sentidos y escenarios si siguen con el desacato del poder constituyente y el amor patriota de glorioso pueblo venezolano. No tenemos referentes jurídico y legislativo del esfuerzo colectivo de entereza, unidad, lucha y batalla por estas realidades trascendentes de la vida republicana. La constitución bolivariana es nuestra guía para construir en santa paz la sociedad del futuro. No obstante, sabemos que aún persisten grupos y factores de poder interno y externo, los cuales no han aceptado la resolución soberana del pueblo venezolano con su constitución republicana. En principio, los opositores nunca estuvieron de acuerdo en promocionarla, menos aceptarla. En más de una oportunidad han saboteado sus principios y valores, al punto que explícitamente la niegan; le han quemado sus textos como muestra insensata del proceder ciudadano; inclusive estos grupos retrógrados intentaron desconocer toda su expresión y vitalidad con la denominada conexión de abril 2013, al desconocer al CNE y demás poderes públicos. No dejemos que una minoría lacaya, mediática y crematística que representa los interese mas bastardos de la política provoque atajos criminales que el pueblo unido le saldrá al paso. Si por el contrario la burguesía y plutocracia criolla se apresta a seguir desconociendo, boicoteando o promoviendo y encubriendo situaciones potencialmente delictivas y agresivas contra el pueblo bolivariano y su constitución, tengan la seguridad que la fuerza de la revolución no tendrá contemplación para sofocar cualquier desconocimiento a su voluntad soberana. Ante esta realidad potencialmente convulsionada, la revolución bolivariana ha hecho y hace un esfuerzo principista por la inclusión social, afectiva y moral de todos los que habitamos esta patria de Bolívar; El mismo Presidente Maduro como militante de la vida es un ser de reconciliación, paz y amor; y tiene la suficiente moral y firmeza para decidir con el pueblo sobre los destinos de la nación. Ha sido un gran desafío humano conciliar lo reconciliable y confrontar lo inevitable, y la revolución bolivariana está preparada para continuar en ello. Viviremos y Venceremos.

 

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