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24.May.2013 / 07:02 pm / Haga un comentario

Un supuesto imperecedero es considerar al amor como la principal fuerza transformadora de la civilización humana. La actitud amorosa, servicial y entrega de la vida misma por los demás, pareciera ser una constante moral en estos seres de luz. Nuestro bien amado Comandante Chávez lo hizo evidente al consumirse en servicio a la patria y pueblo venezolano. Según Morín y Maturana, estamos transitando la prehistoria del desarrollo espiritual y sólo el pensamiento complejo y amoroso nos permitirá civilizar nuestras actitudes, conocimientos y principios. La imagen alegórica y moral del Comandante eterno forma parte de la cotidianidad del pueblo chavista. Es un ordenamiento interior alojado en la profundidad de la espiritualidad innata y sabiduría de quienes luchan por la redención. En cada rincón de la patria, como discípulos de estos tiempos heroicos; mujeres, hombres y niños muestran conductas que provienen del sujetamiento espiritual, racional y emocional al liderazgo del Comandante inmortal. De ese ser humano tan especial para nosotros brotó el amor, la esperanza, el esfuerzo y la voluntad para lograr construir la utopía de otro mundo posible. Es imprescindible actuar con pasión, moral, disciplinada y eficientemente. Algunos han mitificado en Chávez, quizás por su origen militar, que nos exigió continuamente el compromiso y la templanza militante de quienes decidimos ser sus discípulos. Él no estaba refiriéndose a una disciplina cuartelaría ni mucho menos. La disciplina y moral chavista son virtudes sumamente decisivas en estos tiempos de confusión que pone a prueba el legado de unidad, lucha, batalla y victoria. Considero que una primera condición de esta realidad ha sido la posibilidad de la renovación permanente, como elemento del pensamiento crítico con la necesidad de cambiar patrones pedagógicos cuando reprochamos los asuntos políticos. Tenemos que ser cuidadosos en no confundir al pensamiento crítico con las críticas destructivas y perversas, tan comunes en estos tiempos del asedio enemigo; Incluso en esta transición nuestro pueblo ha dado suficiente muestra de madurez ante los sacrificios, desafíos y pretensiones del imperio y su legión de lacayos. La actitud del pueblo chavista demanda especialmente más paciencia, más constancia, más seriedad y más trabajo para construir la patria. La sabiduría popular distingue muy bien los actos emanados del capricho y la indisciplina que ofrece el deseo puro del egoísmo y del personalismo por el poder. Es necesario asociar la disciplina chavista con el legado patriótico de nuestros ancestros y libertadores. Somos discípulos de esos saberes y de esa epopeya e historia sagrada. La disciplina a esas actitudes y pensamientos es ser diligente, es estar atento y vigilante de los principios y valores que requiere la revolución bolivariana para construir una sociedad socialista. La disciplina chavista es como la antítesis de la pereza, de la holgazanería, de la intemperancia, de la prepotencia excesiva, de la negligencia y la poca tolerancia al respeto por los criterios de sus camaradas, lo cual desemboca en fatal abdicación y negación de la autoridad; conducente en la mayoría de los casos a la anarquía y la ruptura de la unidad. Quién tenga dudas: vaya al cuartel de la montaña! Viva la memoria eterna y amorosa del Comandante Hugo Chávez! Venceremos.

 

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