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31.May.2013 / 07:16 pm / Haga un comentario

El asesinato canalla del invencible General Sucre fue un doloroso golpe para la libertad y grandeza de la revolución mestiza americana. El Libertador Simón Bolívar lo sintió en su alma de guerrero indómito. Las intrigas y mezquindades no pudieron manchar el honor y la gloria del insigne Mariscal de Ayacucho. Su recuerdo imperecedero permanece desde Cumaná hasta el alto Perú y se proyecta como el legado más sublime de amor patrio, lealtad y servicio a su pueblo. La tierra venezolana parió en su tiempo a un Libertador y al Abel de América. Hoy recorren estos mismos senderos, cobardes y traidores de nuevo cuño para atentar nuevamente con la integración de la patria grande. La presencia de Capriles en la República de Colombia para conjurarse contra sus mismos compatriotas quedará marcada en la historia como un acto vil de alevosía contra la paz hemisférica. Allí bajo la tutela imperial, no sólo se reunió y conspiró con los conspicuos y más oscuros personajes, enemigos solapados y abiertos de Venezuela. La reciente visita del vicepresidente de Estados Unidos Joseph Biden a la tierra de Santander presagió destinos de la perfidia e inquina en la región sudamericana. El amo imperial mandó instrucciones precisas para que Capriles fuera recibido por el Presidente Santos, con el fin calculado de torpedear las relaciones de hermandad de los dos pueblos. Hay ingenuidad en esta macabra acción: no lo creo. Al mismo tiempo, El Caín desesperado Álvaro Uribe Vélez, junto a su amigo Capriles se han convertido en las puntas de lanza de los halcones norteamericanos que atentan contra la estabilidad de nuestra república bolivariana. Se percibe en estos personajes no sólo sus posturas políticas y crematísticas, además de sus pretensiones irracionales por el poder; también se mueven por la envidia, los celos y el encono propio de la diplomacia motolita gringa. Es una acción planificada y premeditada que se ha venido tejiendo con el fin estratégico hegemónico y expansionista para apoderarse por cualquier vía de los recursos energéticos y petroleros de Venezuela. Pareciera una jugada perfecta, han tenido ya un logro colateral de confrontar las relaciones de nuestros países. Es un verdadero juego de Ajedrez de la diplomacia, la política y la guerra, como lo visualizaba muy bien Clausewitz. La gran debilidad de esta diplomacia motolita, hipócrita y necia de Capriles es subestimar la actitud sabia, patriota y heroica de los hijos e hijas de los gigantes Bolívar y Chávez. ¡Viva la hermandad de los pueblos y la paz! Venceremos.

 

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