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24.Ago.2014 / 03:51 pm / Haga un comentario

alimentos_acaparados

Una de las grandes paradojas del adversario en la guerra es su búsqueda permanente de camuflarse para  engañar al contrario. En el caso de la guerra económica, los contra de la sociedad venezolano se mimetizan de negociantes y mercaderes. El contrabando en si mismo está definido como una antípoda a los intereses  de una sana relación del comercio internacional. Cuando esta actividad depredadora extirpa al pueblo su comida de la dieta diaria, es una autentica calamidad de seguridad alimentaria. Es absolutamente inmoral ejecutar, amparar y justificar estas acciones de extracción de alimentos  desde el marco de la relación ganancia- precios que ofrece el capitalismo salvaje. El acaparamiento, la usura, y el tráfico clandestino de bienes y artículos básicos para la vida, el aseo y demás actividades de la economía con fines políticos y crematísticos es una perversión tan vieja como la guerra. El Estado venezolano con toda su fuerza y poderes públicos tiene que estar al frente de estas batallas para derrotar a estos enemigos atípicos. Es lamentable que connacionales se presten para estas actividades nocivas para la tranquilidad y paz de la nación. El ánimo que asiste a la política trasgresora de esta guerra económica, es soliviantar la moral del pueblo y la gobernabilidad de cara a las próximas elecciones parlamentarias. Toda guerra es la continuación de la política por otros medios. Especular con los alimentos subsidiados de la Misión Alimentación es un autentico crimen y por lo tanto  debe atacarse con todo el peso de las leyes a quienes comenten tales fechorías. Igualmente todos aquellos funcionarios y empleados, públicos tanto como privados; que se presten de manera deshonesta y negligente  para cometer, amparar y facilitar hechos  de tal magnitud, deben ser considerados delincuentes. Una gandola de alimentos no llega a la frontera sin la complicidad, en distintas escalas, de funcionarios corruptos. Así mismo, no se justifica que en nombre de la economía popular, se expendan ilegal y abiertamente alimentos subsidiados de Mercal, Abastos Bicentenarios o Pdval; por falsos y aprovechadores “buhoneros” que descaradamente roban al pueblo. Qué comerciantes extranjeros, desagüen encubiertamente  bienes y alimentos a mafias de mercaderes; deben ser confiscados. El glorioso pueblo patriota de Venezuela se respeta y no se merece estar pasando sacrificios injustificados. Somos un pueblo que ha superado un sinfín de dificultades y en esta ocasión saldremos nuevamente victorioso. Todos al frente de batallas. Venceremos.

 

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