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Desde la Comuna de París 1871 hasta las experiencias revolucionarias del siglo XXI, se puede hacer un corolario de destrezas gubernamentales a favor de la causa socialista. La emocionalidad y la fuerza de las ideas han sido un potente motor como fortaleza de los pueblos para alcanzar sus anhelos de respeto, dignidad, reconocimiento y sueños liberadores. Las luchas por la independencia de las metrópolis imperiales han costado millones de víctimas patriotas en todo el planeta. Ha sido un proceso de múltiples dificultades entre la barbarie y la construcción del socialismo. Las administraciones socialistas han estado rodeadas al extremo por naciones y poderíos liberales hostiles que propugnan el individualismo, la desigualdad, esclavitud y la explotación capitalista. Esta lucha de modelos no sólo se contrasta en la política, economía y valores culturales; también se hace evidente en la viabilidad y calidad de la gestión del gobierno. A partir de los supuestos utópicos hasta el socialismo real soviético, pasando por el pragmatismo Chino y los ajustes vietnamita y cubano, podemos obtener un cumulo de experiencias y aprendizajes para la heroica y original propuesta del socialismo venezolano. No obstante nada de eso está reñido con la dedicada atención y servicio que debemos a la gente. La calidad, la eficiencia y la efectividad tienen que ver con la percepción de la buena gestión del gobierno bolivariano. Estimo como muchos, que este momento es uno de los grandes dilemas de nuestra revolución. Con susceptible juicio y acento de preocupación lo ha manifestado el Presidente Maduro en sus últimas reflexiones, acotaciones y consejos. Honestamente creo que el pueblo venezolano con su humildad y sencillez siempre ha mostrado suficiente sabiduría para elevar sus valores y principios a este ideal; y no puede culpabilizarse del asunto. Una admirable e innegable muestra de ello ha sido sortear con profunda sindéresis, valentía y paciencia todos los trances y guerra económica de los últimos meses. Los enemigos históricos han estado continuamente al asecho con sus expresiones desestabilizadoras y terroristas; no obstante nuestro pueblo ha superado victoriosamente esas intenciones ignominiosas de la derecha apátrida. En el ahora de estos nuevos tiempos, el pueblo de Bolívar y Chávez nos demanda soluciones tangibles a variados problemas de atención, servicio, alimentación, salud y seguridad. Para quienes tenemos responsabilidad de Estado junto a todos los funcionarios públicos de distintos niveles, es un mandato soberano responder a estas exigencias nobles de la voluntad popular. Cuando nuestro bien amado Comandante Chávez nos exigía: ¡Eficiencia o Nada! Se refería a un alto sentido de su responsabilidad y apego constitucional, para que juntos construyamos una sociedad justa y amante de la paz; además se promoviera adecuadamente la prosperidad y el vivir bien de todos nuestros compatriotas. Entonces la propugna del líder supremo no era una arenga más, pretensión o exigencia. Era y debe constituirse de hecho en una poderosa política pública de educación y servicio. De allí la necesidad apremiante de construir desde todos los estamentos del Estado y espacios de gobierno, esta requerida realidad de mejorar la calidad del trabajo y la gestión del servidor público. Desde ya tenemos que hacer de esta consigna una Gran Misión Bolivariana para alcanzar dichos fines, como garantía para sortear los caminos del Estado burgués tradicional que tanto entraba y perjudica al glorioso pueblo venezolano. El socialismo bolivariano no está reñido con la calidad. Venceremos.