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Una realidad lamentable que inspiró a Tomás Hobbes para considerar que el hombre es lobo para el hombre, fue la expresión belicista de la humanidad. La historia antes de Cristo hasta nuestra época, registra la crueldad entre los humanos con cientos de agresiones violentas, intercaladas por breves períodos de paz. Se ha calculado aproximadamente, que durante los últimos 3.500 años, 327 fueron de paz y 3.173 de guerra; es decir casi diez de guerra por cada año de paz. Exactamente hoy en este siglo XXI, las cosas muy poco han cambiado; basta una panorámica internacional para constatar tal afirmación ante los terribles conflictos de distintas intensidades y sus amenazas. En el caso venezolano, el ánimo que asiste a la política transgresora belicista y delincuencial de estos grupos de poder oposicionistas, es soliviantar la moral del pueblo y la gobernabilidad con el fin de desestabilizar al Estado, hasta alcanzar sus fines de dominación; y a la larga apoderarse de nuestros recursos energéticos y naturales. El contrabando, el acaparamiento, la usura, y el tráfico clandestino de bienes y artículos básicos para la vida, el aseo y demás actividades de la economía con fines políticos y crematísticos son perversiones de esta guerra económica. La revolución bolivariana no puede estar ajena a estas dramáticas realidades; juntó a los poderes públicos debe emplear toda la ciencia, disciplinas y artes disponibles para diseñar asertivamente la estrategia y tácticas necesarias para derrotar al atípico enemigo, a sus aliados y acciones funestas; que afectan fuertemente al pueblo y la sociedad. Es disponer absolutamente, de la majestad del poder nacional para el logro de los objetivos de la patria en todos los campos y actividades posibles en esta lucha. Dentro de este contexto, las grandes decisiones deben estar estrechamente relacionadas con la estrategia superior de la Defensa Integral y Seguridad de la Nación. En la estrategia cívico militar, se debe dar prelación a la presencia permanente de un Estado Mayor de Guerra Económica en el Gobierno Revolucionario. Mediante la hábil planificación del Estado Mayor en todas las dimensiones, salas y ejecuciones; sumado a un decidido y eficiente liderazgo en los sectores concurrentes, se lograran los cometidos deseados para contener y derrotar a la guerra económica y sus perversidades de corrupción y negligencia. El heroico pueblo bolivariano y chavista no puede ser un convidado de piedra en esta decisiva batalla. Estoy seguro que la efectiva participación y protagonismo del pueblo patriota podría resolver exitosamente otras instancias del Estado Mayor de La Guerra Económica, para así mantener la paz y tranquilidad de la república. Venceremos.