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La patria venezolana hace historia con la resuelta aprobación para formar parte de los miembros no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. No es cualquier cosa, que de los 183 votos validos entre los países que conforman el foro mundial, 181 han elegido entre los latinoamericanos y caribeños a la República Bolivariana. Es una gran victoria sin precedente que ha sido labrada con constancia, dedicación y fidelidad a los valores superiores de la venezolanidad. Agradecemos profundamente a tantas naciones que depositaron su confianza en nosotros. Somos un pueblo amoroso que ha superado sin complejos sus cruentas dificultades y guerras para consolidar su soberanía e independencia. Venezuela es una tierra de temple y honor para abordar con heroísmo sin ninguna vacilación, ante incertidumbres y penurias, el futuro promisorio de la humanidad. Cimentamos nuestra doctrina revolucionaria en la conciencia, ideas y paradigmas de nuestros libertadores y ciudadanos ilustres como el valiente perpetuo Simón Bolívar, el universal Miranda y el maestro eterno Simón Rodríguez. Sin jactancia convivimos en una sociedad concertada en la justicia social y la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna. Practicamos la cooperación pacifica entre los Estados como principio de respeto mutuo, y creemos firmemente en la libre autodeterminación de los pueblos. Ante cualquier tipo de intervencionismos, hostilidades y actitudes beligerantes, levantaremos las banderas sagradas de la paz, seguridad e integración. Es un auténtico desafío lidiar con factores de poderes hegemónicos y premeditados; no obstante no dudaremos en apostar a la garantía universal de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad. Somos un pueblo. Creyente sin ninguna timidez de los tiempos y esta victoria la asumimos con absoluta dignidad, gratitud y humildad para servir al Creador, tal como nos lo legó El Cristo Redentor de los pueblos. Después de estos días de conmoción nacional, ante la pérdida atroz de un hijo joven insigne de la patria “Robert Serra”, esta nueva responsabilidad mundial llegó como un bálsamo irrigado del cielo. Es herencia proveniente del padre de la patria bolivariana del siglo XXI: Hugo Chávez. Su legado amoroso y pedagógico nos alienta a la batalla que tendremos para estos dos próximos años. Tenemos como deber aportar granitos de mostazas y compresión franciscana para construir junto a los pueblos del mundo una civilización centrada en el amor. Venceremos.