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14.Nov.2014 / 05:53 pm / Haga un comentario

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Han pasado 95 años del lamentable y siempre recordado fallecimiento del médico de los pobres José Gregorio Hernández. Ya en su tiempo era un ejemplo viviente de las virtudes cristianas. La  caridad a sus semejantes lapracticaba como mandato de origen Divino. Nadie es capaz de dar amor y servir al prójimo si no viene de Dios. El pueblo venezolano en su infinita sabiduría reconoció  desde el inicio los méritos y trayectoria de este insigne hijo de la patria; agradece su entrega amorosa y desinteresada como hombre santo, y especialmente venera su condición para atender la salud de los enfermos y necesitados. En realidad somos un pueblo creyente y mayoritariamente cristiano; no es dogmático reconocer las extraordinarias probidades de quienes ofrecen su vida para servir con la nobleza del saber y entender de la espiritualidad católica. La imitación de Cristo Redentor es una opción válida de vida y sacrificio en nuestra cultura popular; Jesús de carne y huesos sirvió espiritual y físicamente a todos, preferiblemente a los más pobres y desamparados. Este camino nos los mostró José Gregorio como una propuesta indetenible para la humanidad. No se ha conocido esta devoción franciscana en otro compatriota, claro que han existido hombres y mujeres en nuestro terruño con similares características,  de hecho fue anteriormente reconocida las virtudes de la Beata María de San José; sin embargo la trascendencia no tiene el fervor mayoritario en el imaginario popular, como la del hijo excelso de Isnotú. Es justo mencionar  que  Juan Pablo II lo reconoció como venerable para la fe católica, es el estatus que le han asignado hasta este momento. ¿Por qué a estas alturas del siglo, no se le ha reconocido como Santo con toda la de la ley, por parte de la burocracia de vaticano y sus pares de la Conferencia Episcopal de Venezuela? Nos han metido el cuento que le falta un milagro para ser beatificado. Es que acaso esta gente no ha ido al santuario de Trujillo para  constatar  las innumerables manifestaciones de milagros, que millones de compatriotas nacionales y extranjeros han testificados en su hermosa tierra andina. Esta jerarquía de allá y de aquí ha sido incapaz de canalizar y exigir la santificación  del médico popular. Sospecho que no es un milagro lo que hace falta para estar en altar de los santos; creo que no ha tenido un buen padrino asertivo y tenaz para superar esa podrida burocracia. Te pedimos Papa  Francisco, Tú como hombre de pueblo e hijo de esta tierra suramericana, asumas esta fervorosa petición; y apartes de ese camino a los burócratas del Vaticano  que creen que el Dr. José Gregorio Hernández  es un  SUDACA. Revisa Santo Padre la incapacidad de la jerarquía venezolana que lo único que sabe hacer es politiquería barata y perversa, con algunas honrosas excepciones. Venceremos.

 

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