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27.Feb.2015 / 04:52 pm / Haga un comentario

Grano de Mostaza

William Fariñas.

Las mismas caras del terrorismo en Venezuela: tras las rejas y por la paz.

La Paz de nuestra sociedad hoy es la más trascendental tarea que tenemos que construir como pueblo sabio y digno. El Estado y sus poderes públicos son soporte supremo de los intereses colectivos  y tienen la responsabilidad absoluta de velar, construir y preservar esos senderos de la paz social, familiar y personal de quienes vivimos en esta tierra de gracia.  La paz  así como la guerra, también son la continuación de la Política por otros medios. El Jefe del Estado Nicolás Maduro Moros ha colocado este supremo interés de la paz entre sus tareas fundamentales. Desde el inicio de su Gobierno, ha invitado a todos los factores de poder para canalizar estos esfuerzos de corresponsabilidad; sólo pocas mentes desbordadas de odio, perversión e intoxicación, con sus actitudes sociópatas,  niegan que esta posibilidad sea un valor fundamental de la aspiración ciudadana.  El pueblo conoce muy bien sus caras, quiénes son esas voces trasgresoras vampiresas que alientan las miserias de los guerreristas, los desastres y confrontaciones de todo tipo; quiénes vaticinan continuamente momentos apocalípticos y de muertes.  Las manifestaciones de violencia política evidenciada por pequeños sectores del oposicionismo fascistas venezolano tienen una deliberada intención de propagar el odio y la intolerancia en nuestra sociedad. Se ha podido observar que estos grupos fanáticos, guarimberos y criminales están deliberadamente organizados malévolamente para operar sigilosamente en determinados lugares, ciudades y regiones del país con el fin de aterrorizar a la población.   Cuando un compatriota cae abatido producto de este tipo de intolerancia, nos afecta de sobremanera; mucho más si es un inocente que no ha participado en esas lamentables refriegas. El caso de un humilde trabajador motorizado que se degolló en Caracas, por el criminal acto de colocar guayas furtivas entre los postes de electricidad,  fue sumamente terrible. Igualmente la lamentable situación del adolescente liceísta tachirense, muerto durante protestas sin sentido. Nos conmovió a todos. La dimensión de la paz social se tiene que descubrir y construir no sólo desde la perspectiva individual y espiritual de cada quien; es necesario abordarla con toda franqueza por la interrelación sincera de los amigos y familias, maestros y religiosos, comunidades, organizaciones, asociaciones, empresas y sociedad en general. El gran significado de la grandeza del pueblo venezolano es su riqueza espiritual, sabiduría y heroísmo que no tiene distingo de ninguna clase. Es tiempo de sensatez y sindéresis no de infortunios. Tenemos que reflexionar y actuar más allá del hecho policial y legal. No podemos permitir que se incube malignamente en la diatriba política nacional, acciones propias del terrorismo y la muerte que tanto han agobiado pueblos hermanos en el mundo entero.  El terrorismo en cualquiera de sus formas es por esencia contraria a la paz y a la defensa de los derechos humanos. La violencia política de estos grupúsculos busca en definitiva desestabilizar la nación, infundir miedo en los ciudadanos y con la deliberada intención de derrocar los poderes de la república. Ciertamente, es indudable la presencia de actores políticos que le hacen el  juego perverso  a estas acciones criminales que atentan contra la paz y sosiego del heroico pueblo venezolano; es una demanda correcta de la sociedad  luchar contra ellos y aplicarles todo el peso del poder del Estado y sus instituciones para ponerlos merecidamente tras las rejas y castigarlos severamente. Venceremos

 

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