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27.Mar.2015 / 07:06 pm / Haga un comentario

Grano de Mostaza
William Fariñas

Es hora de la Patria: ¡Firmemos por la paz y  no a la guerra!

La guerra y la paz son  naturalmente humanas; a pesar de sus grandes contradicciones, lamentablemente son una realidad  de la vida en el mundo convulsionado de hoy. Es existencial y apremiante prestarle la debida atención. La guerra ha estado presente en todas las eras de la civilización. Aún siendo victoriosos, los pueblos y naciones que han presentado y sentido confrontaciones bélicas, saben de las inmensas crueldades y sufrimientos que deparan los combates y conflagraciones para sus habitantes. Por más que la edulcoremos, en la guerra siempre los bandos contrarios serán hostiles y el objetivo es aniquilarse o mínimamente neutralizarse y así dominar por la fuerza al adversario. Racionalmente la guerra es un medio para alcanzar fines políticos y estratégicos; existe toda una dinámica que impulsa la búsqueda de métodos exitosos para lograr la victoria definitiva contra el oponente.  Una motivación central de la guerra es la destrucción o aniquilamiento de las fuerzas adversarias que se identifican como amenaza; no obstante esto no se limita sólo a conceptos materiales, físicos y económicos de combates,  por el contrario comprende también la moral y todos los estamentos humanos de  quienes se consideran «el enemigo». Nuestra patria venezolana  se encuentra en la encrucijada de los tiempos y de la historia, ante situaciones potencialmente posibles de guerra, provocada y planificada por el poder hegemónico que representan Los Estados Unidos de América. Honestamente no lo dudo. La causa principal es la condición territorial de Venezuela por poseer las más grandes reservas acuíferas y energéticas, de petróleo y gas como en ningún lugar del planeta. Las evidencias tangibles y recientes del decreto de Obama  hace inevitable la contingencia ante las apetencias desmesuradas de esta nación imperial.  Las proyecciones de potenciales conflictos del mercado mundial de hidrocarburos así lo determinan.  Estamos transitando la prehistoria del desarrollo espiritual de la humanidad y sólo el pensamiento sensato y amoroso nos permitirá fortalecer nuestras actitudes, conocimientos y principios en estos tiempos de apetencia guerrerista e imperialista.  Ante ello,  la propuesta venezolana  siempre será por la paz; en este momento es la más trascendental tarea que podamos realizar como sociedad. A mi juicio La paz como la guerra son continuación de la política por otros medios.   La inmensa mayoría del pueblo  venezolano y su Jefe de Estado Nicolás Maduro, han propuesto una Campaña por la Paz ante la inminente escalada del conflicto, y se logre la posibilidad de una convivencia pacifica y respetuosa entre ambas naciones. Más allá que cualquier derivación política, sentimental, espiritual o religiosa estamos obligados al encuentro, dialogo y resolución que   garantice la paz del heroico y valiente pueblo de Venezuela ante la propuesta  agresiva  del gobierno del presidente Barack Hussein Obama. Negarse a firmar la solicitud de derogación del decreto injerencista, que nos coloca como amenaza a esa potencia, es abonar terreno para la intervención y agresión imperial. Somos una nación creyente del único y eterno Dios de la Sabiduría, Príncipe de la Paz, nuestro Señor Jesucristo. Somos un pueblo de fe, esperanza y amor suficientes virtudes para abrazar esta causa imperecedera que es la paz de la humanidad y del entendimiento de los pueblos. Tenemos la razón. Firmemos todos por la paz. Venceremos.

 

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