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Grano de Mostaza.
William Fariñas
VII Cumbre de las Américas: ¿Cita para la Paz y el Amor?
El continente americano realmente es una tierra de esperanza para la humanidad y la construcción de una civilización centrada en la paz, el amor, el respeto mutuo y la cooperación de los pueblos. No es fácil reconocerlo. Es aún incipiente, pero estamos transitando los albores de una perspectiva futura para lograr una manera justa y congruente del entendimiento de las naciones en esta parte del mundo; y a la vez será una búsqueda de una racionalidad equilibrada en la verdad, la equidad, la justicia y la solidaridad. No me cabe la menor duda. La cumbre de los mandatarios y jefes de Estado de los países del continente americano en la ciudad de Panamá tiene en este 2015 novedades resaltantes comparadas con otras ediciones de las distintas reuniones realizadas en más de medio siglo de confrontaciones inútiles. El hecho de la presencia de la nación cubana es una muestra que estamos transitando nuevos escenarios y apremiantes realidades en la manera de relacionarnos en el continente. Sólo el hecho que se haya superado medianamente la controversia entre Estados Unidos de América y Cuba, es una oportunidad trascendente para continuar en el camino permanente de la paz y respeto entre las naciones. No nos hagamos ilusiones de que la simple ausencia de guerra y amenazas en esta parte del mundo, sea sinónimo de una paz verdadera. No habrá paz sino viene acompañada de un esfuerzo decidido en materia gubernamental por la equidad , la justicia social y solidaridad de los pueblos americanos. La paz entre las naciones se realiza respetando las diferencias propias de cada país en su autodeterminación y en el derecho internacional; lo cual debe ser la prioridad de todos aquellos que tienen a su cargo el liderazgo y destino de sus pueblos. Esta cumbre denotará a los más valientes liderazgos que apuesten de una vez por todas a que la paz es el camino y no un fin discursivo pragmático y coyuntural. El Presidente Obama entre otros, tiene esos desafíos como gobernante de una nación con viso imperialista que ha sometido en distintas oportunidades a países del continente. Hasta que quiénes ocupan estos puestos de responsabilidad, no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz. El gran legado de la humanidad es la paz y el amor, aunque siempre suene ridículo. «El hombre no puede vivir sin amor ni paz» Quién lo niegue permanece para sí mismo como un ser incomprensible, su vida estará privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con la paz; si no lo experimentan y lo hace propios, si no participan vivamente de estos supremos legados de la espiritualidad humana; que va más allá de creencias, posturas ideológicas y políticas, inclusive de riquezas y poderes. Obviarlos y negarlo siempre constituirá una derrota para la humanidad. Ese es el gran desafío y la necesaria valentía, para decirlo, afrontarlo y construirlo. El Presidente Venezolano Nicolás Maduro lleva en sus alforjas más de 13 millones de estos envíos de una nación amante de la paz para todos los pueblos americanos y del mundo como legado de amor imperecedero de Simón Bolívar y Hugo Chávez. Venceremos.