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11.Jun.2015 / 08:14 pm / Haga un comentario

Mapa-de-Venezuela

El origen profundo de la patria venezolana está asociado a su territorio primigenio, a la vida marinera y acuática de nuestro mar, océano, lagos y ríos. La patria son los suelos y las aguas, son los bosques y las selvas, las aves y  seres que chirrean, silban y cantan; son los recuerdos y memorias. La patria es el aire que respiramos junto al hermano, los que estamos vivos y en el amor eterno recordando a nuestros muertos y ascendencias. La patria somos como ayer y hoy. La historia primitiva nos conecta amorosamente al presente, recordando  el poblamiento de nuestras costas y riberas  desde el inicio de los tiempos. Los hermanos aborígenes en sucesivas oleadas ocuparon  los espacios cercanos al mar, océano y ríos de esta tierra de gracia; posteriormente  habitaron los valles, montañas y llanuras. El mar y los ríos fueron las vías expedita para penetrar el territorio salvaje y remoto. Son miles los años que el linaje del pueblo desde su génesis ha venido observando y registrando en su memoria colectiva el sentir de nuestras tierras y aguas. Los primeros residentes eran versados hombres y familias del mar y ríos, a tal punto que sus casas estaban dentro de las aguas en palafitos o cercanas a sus orillas. De allí viene el nombre glorioso y hermoso de Venezuela. Nos criamos junto al mar con sus brisas, tumbos y abismos, con sus lindos amaneceres y rojizos atardeceres. El bramar de las olas y el fluir de la aguas  no es misterio para nuestros oídos, ni las tempestades de los huracanes más poderosos mitigan  la valentía del pueblo heroico venezolano. La hermosa descendencia africana con su fantástico color y música sabe de tantas tragedias y sinsabores de las travesías oceánicas. Muchas creencias, cantos y mitos llegaron en baúles, imágenes y amarradas inmisericordes a cadenas esclavas. A la par, como también vinieron los caballos, armas y pertrechos opresores. Las ideas revolucionarias e independentistas vinieron allende de los mares hace más de dos siglos. Quien puede dudar que Francisco de Miranda o Simón de la Santísima Trinidad, insignes almirantes, eran hombres de mar. La bandera arcoíris tricolor vino por el océano junto a patriotas hinchados por la liberación. En absoluto, nunca podríamos obviar cada pensamiento, emoción y sensación que nos provoca estas realidades. La partida de nacimiento de la antigua Capitanía de Venezuela cementa nuestras tenencias territoriales desde el río Esequibo hasta la Guajira. Tenemos un sentir hídrico inconfundible que nos alerta ante cualquier pretensión de socavar las libertadas de estos principios inherentes a la savia misma de la nación. No obstante, en esta etapa de la vida hemos entendido que la conexión telúrica  de los límites de Venezuela es razón principista de la existencia de la patria. Los bolivarianos hemos levantado nuevamente las banderas hieráticas de la integración y liberación de los pueblos, subyugados por los imperios del norte; no obstante somos celosos en no olvidar que en asuntos geopolíticos no prelan los negocios ni trasnacionales, sino los intereses sagrados de la  República. Hoy el imperio de los Estados Unidos y sus lacayos, apátridas de siempre, están  conjurando para usurpar nuestro territorio marítimo e insular del Esequibo. Somos seres amorosos, solidarios  y pacíficos, mezcla patriota con herencia aborigen y magia africana. Somos hijos de libertadores y no de opresores. Tengamos cuidado en cada paso que demos. Las intenciones  de los gringos y sus empresas no son los intereses y amores del pueblo noble bolivariano. El Esequibo es nuestro y no está en discusión. ¡No se equivoquen! Venceremos.

 

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