Artículos
Grano de Mostaza
William Fariñas
El Presidente Santos y el honor de la Revolución Bolivariana.
La historia republicana del pueblo venezolano es de reciente data si la comparamos a otras culturas milenarias que siguen dejando a la humanidad valores esenciales para una vida virtuosa. El esfuerzo y sacrificio de la generación de libertadores fue expresión de la tenacidad y actitud heroica de nuestros ancestros primigenios. La emancipación e independencia fue un tránsito trascendental y decisivo en la conformación del gentilicio venezolano. Del mestizaje fantástico entre la valentía indígena Caribe, la misteriosa y mágica negritud afro descendiente integrado al linaje europeo, afloró el honor como elemento de la dignidad humana que tenemos los venezolanos. No es ficción ni positivismo considerarnos que somos auténticos hijos de gigantes del honor y la gloria grande americana. Tenemos un comportamiento honesto y ejemplar sujeto a cumplir con los deberes propios respecto al prójimo y a nosotros mismos, mucho más cuando se presentan situaciones de apremio y dificultades. Se trata de conceptos, valores y principios propios de nuestra idiosincrasia que justifican las motivaciones y conductas que explican las relaciones sociales responsables para con nuestros semejantes en todo el orbe internacional. La inclusión social, la cooperación y solidaridad que hemos mostrado con nuestros hermanos colombianos ante innombrables injusticias de su Estado capitalista liberal burgués, es una realidad tangible y medible. La presencia de más de 6.500.000 compatriotas colombianos haciendo vida de paz y trabajo en el territorio venezolano no es una casualidad; es producto que en ese país hermano han padecido en las últimas décadas cruentas confrontaciones producto de una guerra civil, narcotráfico, asesinatos y crimines paramilitares entre otras circunstancias terribles que les impulsó inmigrar a la nación venezolana. La tierra bolivariana de Venezuela siempre ha tenido una buena reputación de fraternidad, calor humano y paz como correcta disposición de la forma de vida en común para quienes han decidido en justa ley, venir a vivir junto a los hijos de Bolívar, Sucre y Miranda. El honor de Venezuela pone en evidencia la propia dignidad para merecerlo en virtud del comportamiento honesto, franco, sincero, pacifista y solidario del pueblo venezolano con todos los pueblos del mundo. No es una falsa interpretación de jerarquía superior o de alabanzas como hermana mayor suramericana; al contrario asumimos la humildad, el respeto y la gratitud como valores supremos de la integridad y hermandad bolivariana. Amamos a nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños, y no nos sonrojamos ni nos sentimos ridículos al decirlo. El amor y la paz a sus semejaste no es una minusvalía, la consideramos virtudes fundamentales de la convivencia necesaria de este mundo centrado en el conflicto bélico, el odio y la explotación del planeta. Ni el presidente Juan Manuel Santos, ni Álvaro Uribe Vélez como arquetipos de héroes colombianos, podrán con la majestad y el honor de la historia venezolana. La revolución bolivariana es una revolución creyente del Cristo Redentor de los pueblos, cimentada en el honor y gloria de Simón Bolívar padre de la patria grande y de Hugo Chávez socialista militante del amor. La revolución bolivariana es una revolución de honor y la asumimos con absoluta dignidad para construir otro mundo posible. Venceremos