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21.Jun.2014 / 07:13 pm / Haga un comentario

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La crítica es inevitable. Somos seres examinadores por naturaleza capaces de discernir y juzgar lo que hacemos, decimos y hasta lo que pensamos. De todo vemos, oímos y sentimos, todo puede ocurrir; no olvidemos que vivimos en la viña del Señor. Nadie duda que toda  crítica genere debates y reacciones personales y grupales. Según Morín y Maturana estamos en la prehistoria de la espiritualidad  humana, sólo el pensamiento complejo y amoroso nos permitirá civilizar nuestras actitudes y conocimientos. Considero que una  cualidad de esta realidad es  la renovación permanente como elemento del pensamiento crítico y la necesidad de cambiar patrones pedagógicos a la hora de criticar los asuntos de la militancia y la revolución. Tenemos que ser cuidadosos en no confundir al pensamiento crítico con las opiniones destructivas y perversas, tan comunes en estos tiempos del cambio cultural. La imagen alegórica del Cristo Redentor, el Libertador Simón Bolívar y del Comandante Chávez forman  parte de la cotidianidad del pueblo sencillo y humilde venezolano.  La sabiduría popular distingue en estos tiempos de revolución muy bien,  los actos meramente emanados del capricho y la indisciplina que  ofrece el  egoísmo y personalismo por el poder; incluso en esta transición nuestro pueblo ha dado suficiente muestra de madurez ante los sacrificios, desafíos y pretensiones del imperio y su legión de lacayos por apoderarse de nuestro territorio. El sujetamiento espiritual, racional y emocional al liderazgo del Comandante Chávez brota del amor, la esperanza, el esfuerzo y la voluntad de ese ser humano que supo expresar que se puede lograr todo disciplinadamente con nuestro servicio y entrega para la felicidad de la patria. La actitud del  soberano demanda especialmente de sus dirigentes más paciencia, más constancia, mas humildad y más trabajo para construir la patria. Algunos han mitificado, quizá por el origen militar de la revolución bolivariana que la condición de mostrarnos seguidores de  Chávez nos hace exigir continuamente la disciplina militante de quienes decidimos formar parte de la revolución. No estoy refiriéndome a una disciplina cuartelaría ni mucho menos; La disciplina es una virtud poco valorada en tiempos de abundancia y que se somete aprueba en estos tiempos de criticadores. La disciplina chavista es como la antítesis de la pereza, de la holgazanería, de la intemperancia, de la prepotencia excesiva, de la negligencia, el pragmatismo simplón y la poca tolerancia al respeto por los criterios de sus camaradas; lo cual desemboca en fatal abdicación y negación de la autoridad, conducente en la mayoría de los casos a la anarquía y la ruptura de la unidad. La virtud de la disciplina y espiritualidad chavista debe entenderse como una actitud que se da a sí mismo para alcanzar el bien y la felicidad suprema de todos sin ningún distingo. Es parte esencial del socialismo bolivariano que construimos en estos tiempos de revolución. Venceremos.

 

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