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13.Ene.2012 / 03:15 pm / Haga un comentario

Hoy en día muy pocos dudan que la política y lo militar también son artes y disciplinas científicas; entendiendo que estas áreas del saber y entender abordan lo atinente a las relaciones del poder y la beligerancia y sus profundas implicaciones en la sociedad, el Estado, las naciones, los pueblos y los seres humanos en particular. Es cierto que se requiere del rigor de otras ciencias para abordar con mayor grado de certeza y menos incertidumbre las aproximaciones a sus complejos procesos y situaciones. Forman parte ya de los clásicos la comparación y analogías entre los métodos y similitudes de las artes y estratagemas bélicas, y la capacidad táctica para lograr objetivos precisos. Las afirmaciones del Filósofo y militar alemán Carl Von Clausewitz, uno de los más influyentes teóricos del binomio política y milicia, sólo comparable con Sun Tzu,: que La guerra no es sino la continuación de las transacciones políticas, llevando consigo la mezcla de otros medios. La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios. La guerra en relación a sus tendencias dominantes constituye una maravillosa trinidad, compuesta del poder primordial de sus elementos, de la confrontación y las hostilidades que pueden mirarse como un ciego impulso de la naturaleza beligerante de nuestros enemigos; de la caprichosa influencia de la probabilidad y del azar, que la convierten en una libre actividad del alma; y de la subordinada naturaleza de un constructo político, por la que recae puramente en el campo de la racionalidad. Generalmente nos inclinamos más a creer lo malo que lo bueno, a exagerarlo sin visible causa. Es cierto que la cuestión política no penetra profundamente en los detalles de la guerra; no se colocan los centinelas, no se conducen las patrullas según las consideraciones políticas. Pero la influencia del elemento político es tanto mayor, cuando se hace el plan de todas las operaciones, de la campaña y a menudo también de una batalla. ¿Cuál es la idea fundamental de la defensa? Es la de parar un ataque de un poderoso adversario. ¿Por qué señal se distingue? Se distingue porque en ella se espera que la agresión se deba detener. Cuanto más importante y de mayor entidad sean los motivos de la guerra, cuanto más afectan a los intereses vitales de los pueblos, con mayor empeño se tratará de derribar al contendiente, entonces tienden a confundirse objetivo guerrero y fin político, y la conflagración aparece menos política y más puramente guerrera. Toda actividad militar está relacionada, directa o indirectamente, con el combate. Es el fin por el cual un soldado es alistado, equipado, armado y entrenado, y propósito por el cual come, duerme, bebe y marcha, es simplemente, que él debe luchar en el lugar y momento correcto. La defensiva no es más que una forma ventajosa de guerra, por medio de la cual se desea procurar la victoria para poder, con ayuda de la preponderancia adquirida, pasar al ataque, es decir a lograr un objeto positivo. La patria bolivariana se apresta a escenificar uno de sus trascendentes momentos de su historia. Es la confirmación de su independencia política, único bien logrado en la epopeya del glorioso pueblo venezolano en el siglo XIX; hoy doscientos años después se avecina una nueva apetencia guerrerista imperial por nuestro petróleo y riquezas de nuestra biosfera; nuestros enemigos no son los lacayos de aquí, son fuerzas potentes acostumbradas a someter a pueblos y naciones enteras por estos fines; pero en este siglo XXI se han topado con los hijos e hijas del Libertador Bolívar. Somos el mismo ejército patriota de ayer libertario y vencedor de imperios, y Diosdado Cabello es un soldado del pueblo y de la revolución bolivariana, con él están millones de compañeros y su Comandante preparados para los combates. Independencia y patria socialista. Viviremos y Venceremos.

 

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