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La realidad política venezolana está mostrando semblantes interesantes para abordar los temas inherentes más allá de las relaciones del poder, partidistas y de la ocupación de cargos públicos. En primer lugar los asuntos de la privacidad es un concepto que abunda en la intimidad de los seres humanos, no sólo en los espacios de sus vidas particulares, el entorno de la familia y el hogar; incluye además su integridad física, la salud entre otros aspectos personales, y en consecuencia contiene también la orientación que cada quien le da a su sexualidad, salvo en caso de flagrantes delitos. La humanidad en estos últimos 60 años, ha merecido con rango de derechos humanos estos talantes del honor personal, los afectos y la espiritualidad reservada a la dignidad personal y familiar; por lo tanto la intromisión insolente a estos aspectos en nuestra sociedad estará reservada para activar la justicia y las leyes. La Constitución Bolivariana reconoce expresamente el principio de progresividad en la protección de tales derechos, conforme a la cual la sociedad venezolana y el Estado en lo específico garantizan a toda persona natural o jurídica, sin discriminación alguna, el respeto y el ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los mismos. El contrato social venezolano del 99 avanza a reconocer no solo estos aspectos en el ámbito de estos derechos humanos, también refuerza y amplía la prohibición constitucional de las discriminaciones fundadas en el sexo, la raza, color de la piel, diferencia étnica, la condición social basada en el estatus socioeconómico, educativo; sino además, aquellas que , en lo general tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce, o ejercicios de la igualdad, de los derechos y libertades de todas las personas que habitamos en nuestro querido país. Una cualidad bien importante de la política venezolana del siglo XXI, ha sido desmitificar sensiblemente al poder político de su condición anteriormente privilegiada y humanizarla al calor popular; a tal punto que podemos tratar abiertamente y sin complejo, la oración y amor del pueblo por la enfermedad del Presidente de la República y sus potenciales bríos para superarla; así como igualmente abordar sin tapujos la orientación sexual de algunos actores políticos que aspiran a altos cargos públicos sin generar ningún rubor a la hora de la crítica. Lo malsano es el reproche que se evidencia en la perversidad de voceros reconocidos para alimentar sentimientos canallescos, para discriminar a la enfermedad y la muerte como algo impío y desalmado, y/o a la libre orientación sexual como elemento segregacionista. Esta realidad no solo es mediática, es auténticamente verdadera y Chávez ha tenido la valentía para asumir responsablemente su enfermedad; aún así debemos respetar que otros no hayan asumido sus privadas intimidades sexuales que merece todo nuestro respeto a su dignidad. El mayor logro de Chávez y de este tiempo revolucionario, es el proceso constituyente del 99, y así evidenciar la inmensa sabiduría y pensamiento crítico del pueblo sencillo hijos e hijas de Bolívar. Seamos celosos pues de respetar estas zonas intimas e espirituales de la salud y la orientación sexual que hoy son capítulos de la discusión política sin la ofensa segregacionista que en nada es revolucionaria. La comunidad gay en la Venezuela de hoy día, ha contado con el sagrado respeto y consideración del Gobierno Bolivariano y los demás poderes públicos, como debe ser en las sociedades avanzadas en derechos humanos en materia de orientación sexual y de aquellos compatriotas con enfermedades delicadas como el Cáncer. De allí que las posturas de los que se asumen como jinetes del Apocalipsis, le queda muy mal sus deseos de fallecimiento del Comandante Presidente; son costuras cobardes de quienes desean la muerte de su adversario político para conquistar una victoria que la Providencia no les dará. La vida es un Don de Dios y la Revolución Bolivariana es esencialmente una revolución de amor e inclusión social, moral y afectiva.¡ Viviremos y Venceremos!