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3.Ago.2012 / 05:03 pm / Haga un comentario

La naturaleza humana encierra un universo de interrogantes. La creación y evolución del género humano no fue producto de un Bin Bang, más bien percibimos e imaginamos que la formación milenaria de los seres humanos y sus profundas realidades se adaptan a la teoría de los procesos. La inmensa capacidad adaptativa del Homo Sapiens a las singularidades espacios temporales de la vida en nuestro planeta no ha sido lánguida. Muchos compartimos que la esencia amorosa de la humanidad ha sido un factor determinante para mantener la congregación social y la convivencia de los pueblos en su añoranza eterna por la paz. Es cierto que la evolución dejó rastros en nuestro cerebro, conductas y emociones de un pretérito primitivo lleno de azarosas limitaciones. Los ancestros desde el inicio de la existencia utilizaban gran parte de sus energías vitales e instintivas en la supervivencia: el miedo, el desafío, la huida, las respuesta tipo peleas, el uso de herramientas para la caza, la lucha, los combates, las carreras y saltos con obstáculos, el sentido de pertenencia al grupo y la identificación de nuestra divisa; son expresiones rutinarias de esa herencia antepasada que hoy sanamente vemos en los juegos olímpicos. Cada vez que la humanidad y las naciones centran su atención en los torneos mundiales deportivos, creemos que es posible construir una civilización sin confrontación bélica y alejada de conflagraciones. Basta imaginarnos los cuantiosos recursos financieros, científicos, materiales y talento humano que se utilizan para hacer las guerras entre los pueblos y naciones con intenciones inconfesables. Es verdad que las olimpiadas, infraestructuras y demás eventos deportivos no son nada baratas; no obstante es preferible invertir en la formación y preparación de niños y jóvenes para el deporte, y no verlos llegar en ataúdes infames de guerras sin sentido. Para los socialistas es un principio en nuestro quehacer gubernamental, que el deporte sea una política pública imprescindible de la sociedad venezolana. Para el gobierno bolivariano es una razón existencial de vida y paz, en su relación con las demás naciones, que cada vez más se atenderá y acompañará a nuestros atletas en sus justas deportivas aun en los lugares más apartados del mundo. Sentimos beneplácito por el éxito de la generación de oro y en especial el logro extraordinario del mosquetero Rubén Limardo, quien junto a Morochito Rodríguez son nuestros héroes olímpicos inolvidables. Ganamos este año una Formula 1, metimos un No Hit No Run, tenemos una Vino Tinto; y a miles de jóvenes y muchachos con un pueblo expectante y emocionado por sus logros. Vienen victorias, falta mucho por hacer. Viva la generación de oro de estos tiempos heroicos de la patria bolivariana. Viviremos y Venceremos.

 

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