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23.Ago.2013 / 07:05 pm / Haga un comentario

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El tema de la hipocresía y la doble moral como males de la sociedad y la política venezolana no se puede soslayar a la hora de discernir la solicitud de la Ley Habilitante 2013. El Jefe del Estado ha propuesto una revisión profunda y legislativa del azote de la corrupción administrativa en el ejercicio de los asuntos gubernamentales y de la administración pública; asimismo en la ética y moral de los funcionarios y demás ciudadanos involucrados en tales hechos. Las recientes denuncias debatidas en la Asamblea Nacional son actos socialmente reprobables que demandan con seriedad la atención de todos los venezolanos ante la realidad informada. La lucha contra la corrupción es un desafío que siempre ha tenido el pueblo republicano desde el nacimiento de la patria venezolana; El Padre libertador lo justificó innumerable veces en el contenido de sus decretos y resoluciones; con la dureza y tratamiento que ameritaban los abominables acontecimientos de corrupción y traición durante la guerra por la independencia. La conciencia nacional que enfrenta estas dificultades societales es legítimamente originaria del quehacer y pensamiento bolivariano. El colapso de la nación y la república siempre ha estado amenazado por este terrible contubernio de complicidades e hipocresía. Además del robo de los dineros públicos, se le suma el narcotráfico, el lavado y blanqueo de dinero mal habido, el consumo de drogas, la prostitución y la depravación sexual entre otros vicios degradante de la moral y buenas costumbre. Algunos sectores de la más rancia derecha y oposicionismo de este tiempo bicentenario, evidencian desde ahora sus continuas estructuras de mesa osificada para desatender la urgencia de la transformación legislativa. Sabemos que más allá de la coexistencia ideológica y partidista existe en los parlamentarios gente seria que conoce los desmanes de personajes de todo cuño, tanto los que hacen vida en la administración pública como en la política. Esta es la esencia de la propuesta y el debate para considerar la aprobación de la mencionada ley en el marco de la constitución y demás reglamentos. Ninguno de estos males es exclusivo de la sociedad venezolana, lo vemos a diario en otras latitudes y naciones del mundo; desde los más encumbrados países imperiales y altamente desarrollados, como en cualquier lugar del planeta. Honestamente creo que hay un trasfondo cultural, ético y religioso que demanda un florecimiento de los principios eternos de la vida, la paz y civilización humana. El espíritu perverso del fariseísmo se siente en las opiniones de algunos opositores que niegan la posibilidad de adentrarnos con la fortaleza y coraza providencial en la lucha contra este mal insensato de la corrupción moral de los pueblos. Venceremos.

 

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