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El Caín de América Álvaro Uribe Vélez, junto a sus secuaces de allá y aquí, se ha convertido en la punta de lanza de los halcones norteamericanos que atentan contra la estabilidad de nuestra república bolivariana. Se percibe en estos personajes no sólo su postura política y crematística, además de sus pretensiones irracionales y criminales por el poder, el asesinato y la guerra civil; también se mueven por bastardos sentimientos de envidia, celos y el encono propio de la diplomacia motolita gringa. La conspiración contra el gobierno revolucionario es una acción planificada y premeditada que se ha venido tejiendo con el fin estratégico, hegemónico y expansionista para apoderarse por cualquier vía de los recursos energéticos y petroleros de Venezuela. Pareciera una jugada perfecta en las mentes asesinas de estos pérfidos personajes, no obstante ya han tenido una derrota colateral al ser descubiertos sus esbirros sicarios detectados en Caracas. Es un verdadero juego de Ajedrez de la conspiración, la inteligencia, la seguridad nacional, la política y la guerra, como lo visualizaba muy bien Clausewitz. La gran debilidad de esta actitud motolita, hipócrita y necia de la derecha fascista venezolana es subestimar la actitud sabia, patriota y heroica de los hijos e hijas de los gigantes Bolívar y Chávez. El tristemente recordado personaje de Malinche hoy cobra especial vigencia cuando los pueblos de América batallan decididamente por otros derroteros de independencia y democracia protagónica. El imperio Norteamericano requiere y alimenta estos interlocutores inicuos en sus desequilibradas pretensiones. En Venezuela cohabitan algunos nacidos en esta tierra de gracia, que abiertamente expresan su lealtad a esas potencias poderosas. No dudamos en afirmar que Uribe es el principal y más conspicuo lacayo y cachorro del imperio gringo que vive en Colombia, y así lo ha registrado la historia para el futuro esplendoroso y libertario del continente. No solo son posturas racionalmente políticas y crematísticas, se percibe en Uribe que pasó sin pena ni gloria y es un referente negativo de América. En este instante actúan como Caín, el perverso hermano de la Biblia; sienten oscura inquina y desespero ante la inevitable consolidación del poder popular del Presidente Maduro. Sabemos que buscaran pérfidamente obtener la marca infinita de sus traiciones e infamias, mas no podrán lograrlo. Los venezolanos le dimos a América un Abel, Nuestro bien amado Mariscal Sucre, y no lo permita la Providencia que Colombia le dé un Caín a este continente de fe, esperanza y amor. Basta de guerras y traiciones. Nadie duda que hayan sido perniciosamente inteligente para saltear los borrascosos caminos del poder en Colombia y Venezuela, no obstante le decimos que el de desespero, el crimen y la violencia son mala consejera en la política. Sencillamente no han comprendido que un pueblo heroico aprendió a amar a su patria querida y eso no se puede deshacer con mentiras, crímenes y cizañas. Venceremos.