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13.Dic.2013 / 06:10 pm / Haga un comentario

Nicolas Maduro

Las revoluciones verdaderas la hacen los pueblos. Indudablemente se requiere de un liderazgo con suficiente baluarte ético y moral que sea referente para aglutinar los ímpetus sociales de su tiempo; y especialmente se cuente con un basamento esencial de planteamientos doctrinarios capaces de despertar las inmensas fuerzas telúricas y espirituales que mueve la historia de las naciones. La figura emblemática del Comandante Hugo Chávez fue un relámpago amoroso y centellante aquel febrero huracanado. Su proclama revolucionaria conmovió a la inmensa mayoría de la patria de Bolívar en 1992. El 4F es considerado por muchos como el inicio de la primera revolución política universal del segundo milenio. Así recordamos a la otra rebelión patriota del 27N; igualmente cuando se materializó la conquista democrática de 1998 el 6D, la aprobación del referéndum de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela el 15D, y tantas otras fechas significativas del historial invicto de los patriotas chavistas. Asi mismo se han conjugado sentimientos encontrados de derrotas e inmediatas victorias que reafirman el carácter potente y animoso a la hora del contraataque. La expresión popular “Todo 11 tiene su 13” es asidero de las respuestas y virtudes enérgicas del pueblo cuando siente que su revolución está en riesgo. De allí la osadía y abnegación para enfrentar a los vende patrias, opositores y lacayos con todo el esfuerzo y sacrificio necesario. El golpe de Estado de 2002, el paro petrolero de 2003 entre otras, han demostrado el talante magnánimo a la hora del verdadero combate. Estas son auténticas victorias populares que reafirmar la majestad del pueblo revolucionario. El 8D es una victoria autentica y originaria de esta nueva etapa de la revolución bolivariana. La claridad del sendero estuvo iluminada por la última proclama del Comandante eterno cuando nos recordaba que vendrías otras contiendas por la patria. La frase alegórica de aquel diciembre inolvidable “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria” fue asidero para confrontar con superación los nuevos escenarios. Es cierto que para esta batalla del 8D, el Líder no estuvo presente físicamente; no obstante su legado fue baluarte heroico y eficaz para tomar las decisiones a que hubiese lugar, a fin de garantizar el rumbo y destino de la revolución. Contamos con dignos herederos de su acción y pensamiento que condujeron las operaciones difíciles de un año 2013 sumamente traumático y doloroso. El despertar pérfido y alevoso del fascismo el 14A, se alió y pacto con el sabotaje, la usura, el desabastecimiento y toda clase perversa de acciones del capitalismo salvaje; aun así no pudieron con el nuevo y decidido Timonel de La Revolución Bolivariana, nuestro Presidente Nicolás Maduro; quien junto a la generación chavista demostró que el pueblo bolivariano está en revolución y decidido a enfrentar cualesquiera suerte de acometidas. Con el favor del Dios de los Ejércitos y Cristo Redentor de los Pueblos, los hijos de Bolívar y Chávez somos invencibles. Venceremos.

 

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