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28.Feb.2014 / 06:54 pm / Haga un comentario

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La guerra y la paz son tan naturalmente humanas como las lágrimas, las cuales aparecen indistintamente con la emocionalidad de las personas ante situaciones alegres o dolorosas. Han estado presentes en todas las eras de la civilización. Aun siendo victoriosos, los sujetos de las confrontaciones bélicas saben de las inmensas crueldades y sufrimientos que deparan los combates. Por más que la edulcoremos, en la guerra siempre los bandos contrarios son hostiles y el objetivo es aniquilarse o mínimamente neutralizarse. Racionalmente la guerra es un medio para alcanzar fines políticos y estratégicos, eso está más que estudiado y reflexionado desde hace siglos. Como sentenció Clausewitz “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Existe toda una dinámica y racionalidad que impulsa el método exitoso de lograr la victoria definitiva en la conflagración. Una motivación central de la guerra es la destrucción o aniquilamiento de las fuerzas adversarias; no obstante esto no se limita a conceptos materiales, físicos y económicos únicamente, por el contrario comprende también la moral y todos los estamentos humanos de combates contra el enemigo. Nuestra patria venezolana en este siglo XXI se encuentra en la encrucijada de los tiempos y la historia ante situaciones de guerra, honestamente no lo dudo. La causa principal es la condición territorial de poseer las más grandes reservas energéticas de petróleo y gas como ningún lugar del planeta. Lamentablemente esta realidad tangible hace inevitable la contingencia ante las apetencias desmesuradas de otras naciones imperiales. Las proyecciones de potenciales conflictos del mercado mundial de hidrocarburos así lo determinan. Se suma a ello internamente la confrontación de baja intensidad política, junto a la actitud canalla y lacaya que alimentan las guerras sin importar su naturaleza. La inmensa mayoría del pueblo venezolano y su Jefe de Estado Nicolás Maduro, han propuesto una Conferencia Nacional por la Paz, sin embargo desde ahora aparecen actores políticos quienes niegan esa posibilidad de convivencia. A mi juicio La paz como la guerra son continuación de la política por otros medios. La Paz de nuestra sociedad hoy, es la más trascendental tarea que podamos realizar. Más allá que cualquier derivación política, sentimental, espiritual o religiosa estamos obligados al encuentro, dialogo y resolución que garantice la paz del heroico pueblo de Venezuela. Somos una nación creyente del único y eterno Príncipe de la Paz, nuestro Señor Jesucristo. Somos un pueblo de fe, esperanza y amor suficientes virtudes para abrazar esta causa imperecedera de la humanidad. Venceremos.

 

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