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Sería insensato dejar de reconocer que todas estas guarimbas y hostilidades propiciadas de manera foquista en estas últimas semanas, han tenido carácter belicistas por sus acciones asesinas y vandálicas. Estos grupúsculos fascistas y terroristas, ultraderechas, “estudiantes” y sujetos delincuenciales están apoyados abierta, doctrinal y financieramente desde el exterior. Se ha atentado contra bienes públicos y privados, comercios y negocios; obstáculo de vías, calles y avenidas; destrucción de medios de transporte públicos y vehículos privados, incendios de universidades y edificaciones, daños de plazas y parques; y en definitiva lo peor es que se está quebrantando la convivencia vecinal y la paz de la república. Esta realidad tangible es socialmente inaceptable. No dudo en calificar que muchos de los dirigentes y operadores de estos desmanes tienen tipología de conducta anómica y sociopática, de traidores a la patria, malinches y lacayos; que tienen como finalidad principal potencial los conflictos sociales para la desestabilización del sistema político y económico de la nación venezolana. El apresto de esta atípica subversión ha sido difuso e itinerante, con uso de tácticas de tumultos agresivos, revueltas y motines. Uso de técnicas y tácticas de combates urbanos: incendios, barricadas, control de vías públicas, utilización inadecuada y perversa de las redes sociales interactivas como Facebook, YouTube y Twitter entre otras. Es indudable que intentan desgastar a las fuerzas de orden público; en igual intensidad se han acompañado de opiniones y acciones explicitas para derrocar al gobierno constitucionalmente establecido, para hacerle perder credibilidad ante la Comunidad Internacional e inclusive solicitar descaradamente la intervención militar de los Estados Unidos contra nuestro territorio. Cada patriota, bolivariano y ciudadano auténtico debe emplazar su condición pacifista para evitar a todo trance el odio social y una guerra fratricida. Quienes están provocando y apoyando peligrosamente este tipo de violencia criminal en algunas localidades del país tienen que ser cuestionados y sometidos con el imperio de las leyes y el debido proceso de la justicia. Todos somos signatarios de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por lo tanto es una demanda correcta, moral y espiritualmente justa que el pueblo patriota tenga que defender nuestro país de los ataques subversivos de este tipo de Guerra de IV Generación, económica, psicológica, terrorista, de manipulación mediática trasgresora; y especialmente de las agresiones imperiales de cualquier naturaleza que impulsan las iniciativas racionalmente planificadas para apoderarse de nuestro petróleo y demás riquezas energéticas. Con la ayuda de Dios de los Ejércitos Venceremos.