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Las continúas manifestaciones de lucha y batalla en la Asamblea Nacional es la expresión más viva y dinámica del poder político en la Venezuela actual. No tenemos otro referente jurídico y legislativo del esfuerzo colectivo de entereza y unidad por estas realidades trascendentes de la vida republicana. El Estado Bolivariano del siglo XXI ha tenido un autentico desafío en su proceso de consolidación institucional y su pertinencia a las demandas de la sociedad. Uno de los atributos del Poder Legislativo Nacional es la confrontación de las visiones que tenemos los ciudadanos, al construir la convivencia y ordenamiento de la vida pública ; de la defensa de los colectivos y las personas en particular, tanto en su desarrollo integral como el respeto a su dignidad; de la igualdad y la justicia sin distingos de ningún tipo; de la libertad y los derechos humanos, de la voluntad popular, de la construcción de una humanidad justa y amante de la paz, de la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo venezolano y nuestra relación humana y civilizada con otras naciones del mundo, de la solidaridad, cooperación y corresponsabilidad social e individual en el marco de nuestra actuación personal y colectiva; de la “Soberanía” como principio irrenunciable del “Poder de Pueblo” y de la intransferibilidad de ese “Poder” para desplegar el dominio sobre todos los asuntos públicos: para elegir, controlar, ejecutar, legislar y su potestad para ejercerlo directamente o indirectamente de acuerdo a lo más sagrado de nuestra constitución. En cuanto a las demandas de las políticas gubernamentales, se están desarrollando dinámicas de aplicación operativa en sus ejecuciones en cada ley, acuerdo o crédito adicional; para darle repuestas sectoriales efectivas a cada región y localidad del país ante los apremiantes problemas, contenidos y situaciones. Quienes aún vociferan que vivimos en dictadura, han quedados callados y atónitos ante el candente escenario que ofrece La Asamblea Nacional por sus debates y confrontaciones ideológicas, entre posturas neoliberales y socialistas por la definición de una sociedad de derecho, justicia y paz. Más de una docena de partidos políticos de distintas tendencias con sus voceros comparten el foro asambleísta. La Asamblea Nacional por otro lado, tiene actualmente el desafío integracionista del sistema legislativo nacional; que pasa por revisar los roles de las comisiones permanentes en conjugación inter institucional con los demás poderes públicos, los concejos legislativos estadales y las distintas cámaras municipales en todo lo ancho y largo del país. Estamos avanzando hacia un nivel societal de mayor grado de participación del pueblo en los asuntos públicos. Son desafíos que tenemos que alcanzar para tener mejor y mayor democracia participativa y protagónica. Es ineludible que nuestra juventud exija más participación para legislar. En este periodo revolucionario se ha desmitificando que el recinto parlamentario sea para elites encumbradas. Los diputados revolucionarios somos gente del pueblo. Nuestra juventud tiene todo el derecho de ser voceros populares, y así ejercer todo su dominio para participar en cuerpo y alma en todo lo atinente a los sagrados asuntos públicos que se efectúan en la Asamblea Nacional. Ya se percibe esta realidad revolucionaria de alcanzar que la mitad de legisladores sean juventud viva y vibrante de la nación. ¡Viva el Pueblo legislador! ¡Viva La juventud Venezolana! Venceremos.