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William Fariñas
Grano de Mostaza
William Fariñas
26 de Diciembre de 1783: nacimiento de un Espartano.
Francisco Esteban Gómez no era un militar de carrera, su temple estuvo sedimentado en la actitud valiente y heroica de un pueblo que se sentía mancillado por los más crueles castigos de las autoridades españolas. La gente de la Villa del Norte y demás poblaciones vecinas por su apego a la revolución libertaria fueron sometidos a todo tipo de persecuciones y atropellos. Las familias agobiadas y ultrajadas. Sus mujeres apresadas para que delataran a sus maridos. El caso de Luisa Cáceres y Petronila Mata no eran excepciones. Estuvieran preñadas o no. El ganado y demás animales eran confiscados, las tierras y propiedades quemadas. Todas las leyes españolas que regían en las colonias ultramarinas, las Siete Partidas, la Vieja y Nueva Recopilación, las Leyes de Indias, las Reales Cedulas, Órdenes y Provisiones estaban acordes en un punto: el último suplicio como pena de la insurrección o delito de lesa majestad. En virtud de tal principio, las capitulaciones se consideraban nulas porque los insurgentes eran inhábiles para tratar; los prisioneros eran sacrificados como traidores; se negaban los canjes y se ahorcaba a los parlamentarios ante las filas patriotas. El terror era la ley pacificadora de las colonias. Tan bárbaro estado social trajo consigo el odio inextinguible de los colonos hacia España y sus instituciones, del cual fue la guerra a muerte la manifestación franca y heroica. Ante esta cadena continua de terribles tropelías el pueblo margariteño no se amedrentó. Más bien sus virtudes cívicas se transformaron en actitud rebelde y combate. Todos se sumaron a la causa patriota. Estaban enfocados principalmente a la guerra y el honor, hasta tal punto que las madres decían a sus hijos al partir hacia la guerra: «Aquí no se rinde nadie», en referencia a que mantuviesen el honor y no se rindiesen nunca aunque con ello perdieran la vida.
Por lo que a las niñas y jóvenes se refiere, se encaminaba a crear madres fuertes y sanas, aptas para engendrar hijos vigorosos. Por ello, insistía igualmente en la entrega física, así como en la represión sistemática de los sentimientos personales en aras del bien de la patria. Terminaba a la edad de catorce o quince años, edad en la que los muchachos se hacían soldados y pasaban de la vida privada a la vida de guerra.
De ese Espíritu guerrero nace la noción de Esparta en los margariteños. A la par de Francisco Esteban Gómez, estaban Juan Bautista Arismendi, Santiago Mariño, Joaquín Maneiro, Policarpo Mata, Rafael Picaso, Pablo Ruiz, Juan Bautista Cova, Antolín del Campo, Juan Esteban Figueroa, Celedonio Tubores, Gaspar Marcano, Antonio Díaz, José María García, Juan García, Miguel Arismendi, José Sarmiento, Juan Bautista Espinoza, Felipe Villalba, Petronila Mata, Concepción Mariño, Luisa Cáceres, y muchos héroes y heroínas más de esta Isla Valiente.